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sábado, 26 de julio de 2008

El enojo de Mishelle

Por Iris Zamora - iris_zamora@costarricense.cr

Ella siempre me ha parecido una profesional prudente, inteligente y con amplia formación, no nos debe extrañar que el Presidente de la República le haya pedido que le colaborara en su administración.

Sin embargo, algo pasa, pero cuando los buenos se van para el gobierno pierden esa “neutralidad” en la que operaban. Resulta lógico, si una está en una empresa generalmente es porque comparte valores, principios, visión y misión de la misma. Además en medio del huracán las mujeres, especialmente, cerramos filas alrededor de las personas que estimamos y se encuentran en medio de la crisis, al no poder (no se si será genético o por socialización) tomar distancia de los acontecimientos, se nos olvida una virtud: la prudencia.

Entiendo que Mishell esté enojada, pero me parece que hasta ahora nadie ha dudado de sus talentos y de su trabajo. El tema pasa por el secretismo absurdo de las contrataciones de personal de la Presidencia con dineros que no son del presupuesto nacional, porque al final la gente termina enterándose -ya lo dice el adagio popular que entre cielo y tierra no hay nada oculto-. Recuerdan una entrevista a Pablo Gueren en la que decía que estaba ad-honorem en el Ministerio de la Presidencia… ¿De verdad Pablo pensó que alguien le iba a creer que había dejado su trabajo remunerado en Al Día, para irse gratis al gobierno?

Creo que los salarios del sector público no son suficientes para que los gobiernos contraten a gente talentosa que está en el sector privado ganándose seis veces el salario del sector público… Entonces decir la verdad, explicarle al país desde el inicio del gobierno que se usarán recursos externos para pagar personal de confianza sería lo más correcto.

Negarse a entregar listas, o hacerlo parcialmente levanta sospechas. ¿Infundadas? A lo mejor sí, pero este país está cansado de tanto “misterio” en el uso de fondos y recursos estatales o para contratar gente que trabaje en el Estado.

Sin embargo, aunque no comparto algunos párrafos o frases del texto de Mishelle, como ese de “aunque no sean de incumbencia nacional los expongo” (habla de los hechos) me parece que hay una equivocación, sean fondos públicos o privados, la Contraloría y la Procuraduría han dicho que son de naturaleza pública, su trabajo es en la esfera pública, casi nada asesorando al Presidente de la República y al Ministro de la Presidencia… ¿Hay algo más público que esos cargos? Por lo tanto sí es de “incumbencia nacional”.

Se enoja porque los colegas le llaman insistentemente los sábados y domingos y a deshoras. Mishelle sabe que la noticia no se origina de 8 a.m. a 5 p.m… En mi caso le he llamado entre las 9 a.m. y las 4 p.m. para acordar alguna cita con el Presidente o el ministro de la Presidencia para una sección que tenemos semanalmente que se llama “rendición de cuentas” y no solo no hemos podido entrevistarlos, sino que ni siquiera, al menos por cortesía me ha devuelto la llamada para decirme que no, que no les interesa estar en el programa que produzco. Tal vez si tuviera un teléfono celular que no pague de su bolsillo, entonces, tal vez tendría respuesta. Me parece -apreciación subjetiva- que se le fue la mano criticando a su ex compañera Laura Quesada y a su ex jefa y Codirectora de Telenoticias, que solo están haciendo su trabajo; a veces hasta para pelear hay que sacar el glamour… Sin embargo Mishelle denuncia dos hechos:

1-. Que hay colegas viciados. Que el Estado les financiaba tours, para dar cobertura al Presidente (¿eran tours o viajes de trabajo?) Que esos vivillos cobraban viáticos de los medios de comunicación para los que trabajan y además se dejaban “los estipendios” que les pagaban algunos Estados anfitriones.

2-. Su frase de “más de uno recordará con nostalgia el billete que les soltó Taiwán”, reitera el comportamiento poco ético de algún vivillo-periodista. ¿Podríamos saber quienes son los que cobran dos veces viáticos, o a los que Taiwán le soltó el billete?

En momentos en que la sociedad costarricense convulsiona, aunque 12 Magistrados de la Corte Plena ni se dan por enterados, en momentos en que existe un malestar generalizado con la clase política de manera más visible y un enojo con las instituciones de la democracia, urge que una periodista de su investidura de nombres y apellidos y que finalmente sepamos quienes son los mercaderes que se visten con ropaje de periodistas.

Es una obligación ética. No hacerlo es continuar con la estrategia de los políticos que terminan ensuciándose unos a otros y así nadie investiga a nadie porque todos tienen “algo” que ocultar.

Por lo demás, los restantes 80 consultores deberían hacer el ejercicio de contarle al país qué labores hacían o hacen, cuánto les pagaron y los resultados de sus asesorías. Es lo que esperamos de ellos, algunos muy honorables y otros desconocidos, al menos para mi, pero seguramente igual de honorables y patriotas.

(Primera Plana)

Requisa pública, bonita show…

Por Mishelle Mitchell Bernard - mmitchell@casapres.go.cr

Me anticipo a la requisa oficiosa de mis datos y revelo los hechos, antes de que sean manipulados en el marco de una “investigación” periodística, o manoseados por el oportunismo que propicia la politiquería. Me anticipo a la motivación maliciosa disfrazada de noticia, porque renuncio a ser accesorio de maquinaciones que quieren desprestigiar a un buen Gobierno y a personas decentes que colaboran con él.

Como periodista, reconozco la importancia consustancial a nuestra profesión de preguntar y dudar, pero como ciudadana también sé que todo TEXTO fuera de CONTEXTO es un magnífico PRETEXTO para destruir honras y para distraer la atención de los verdaderos intereses que debe discutir este país.

Por eso deseo reafirmar los hechos, y aunque no sean de incumbencia nacional, los expongo: soy consultora del Banco Centroamericano de Integración Económica. El BCIE me paga 4.000 dólares mensuales bajo las reglas de un contrato privado vigente (y así lo reconoció el diputado Alberto Salom este lunes 14 de julio). Presto mis servicios de asesoría en comunicación y prensa al Presidente de la República y al Ministro de la Presidencia, por encargo del BCIE.

Desde diciembre del 2006 me inscribí como trabajadora independiente ante la Caja Costarricense de Seguro Social, y desde entonces y hasta abril del 2008, declaré un ingreso de 1.861.000 colones para asegurarle a mi familia la cobertura requerida en caso de emergencia.

En enero del 2008, acudí a la Caja pagar la cuota correspondiente y de cuajo me sorprende la administración con que mi aporte voluntario se duplica de 176.700 a 342.499 colones mensuales, sin ninguna notificación previa. La bofetada fue aún mayor al leer en La Nación del 20 de febrero anterior, que sólo 51 personas reportamos ingresos superiores al millón setecientos mil colones. ¿Seremos sólo 51? Ahí les dejo para investigar, ojalá sin malicia y sin manchar honras, esta vez.

Como resultado, acumulé deuda al interrumpirse el pago de los honorarios prestados al BCIE entre febrero y marzo de este año, en coincidencia con la finalización de un contrato y la entrada en vigencia de uno nuevo. Conforme a la posibilidad que me da la administración, modifiqué los datos para obtener oxígeno financiero y poner al día mi situación. Durante los últimos tres meses pagué 47.042 colones por mes a la Caja, y en la actualidad, estoy solicitando se reinstale el monto original de mis ingresos.

Desnudo mi bolsillo, aunque no sea de incumbencia nacional, para anticiparme al título morboso esperado: “Vocera del Presidente subdeclara a la Caja”… Y reafirmo: la modificación mencionada fue parte de un arreglo administrativo válido y legal.

Me anticipo al segundo episodio de la “investigación” periodística y politiquera que determinará si los consultores del BCIE somos empleados públicos o no. Me anticipo con hechos a una discusión que deviene de una fuerte carga de vanidad de algunos colegas y de las peroratas de especialistas de nombre mullido, que tratan de adquirir algo de notoriedad.

¿Que si soy empleada pública? Estoy segura de que no lo soy, así sea que los beneficiarios de mis servicios sean los ciudadanos y el Presidente de la República. Ahora resulta que eso, el acceso a una computadora, a un teléfono y a un espacio en la Casa Presidencial me ubican en esa categoría. ¿Y si lo fuera, qué? Trabajo honradamente, dedico muchas horas, fines de semana y feriados a mi labor. Ojalá, sin prolongados intermedios ni cafés todos los funcionarios públicos trabajaran así.

Que supuestamente soy empleada pública “porque doy órdenes a un equipo de trabajo” -o al menos así lo relató una reportera de Telenoticias-. No lo creo. A lo mejor ella y su gente no están familiarizados con relaciones de coordinación eficientes, y no de jerarquía, que permiten que un equipo con la mitad de personal de otras administraciones produzca un programa semanal de televisión, administre una página web y produzca semanalmente decenas de comunicados de prensa, audios y fotografías.

Que supuestamente soy empleada pública porque “usted recibe viáticos, recursos públicos”, como me increpó otro reportero. Y recordé que quienes viajamos con el Presidente en comitiva oficial lo hacemos con un modesto estipendio para hospedaje y alimentación, que no nos exime de nuestra labor de enviar por Internet toda la información necesaria para que los ciudadanos y los medios estén enterados del quehacer de su mandatario.

Recordé que mi pasaporte es el mismo documento personal con el que he viajado sin privilegios, recordé que yo pago mis impuestos de salida así sea que vaya en comitiva oficial. Recordé también que la cuenta del celular al que insistentemente me llaman los colegas sábados, domingos y a deshoras, es el que mes a mes pago desde mi cuenta personal. Y recordé también que al desplazarme en giras locales con el Presidente, mi fresquito y gallito lo pago yo. Y tengo la buena fortuna de portar en mi cartera una carta que me autoriza a viajar en autos de la Casa Presidencial.

Y recordé que para algunos colegas viciados resulta inconveniente que ya no sea el Estado quien financie sus tours fuera del país para dar cobertura al Presidente. Sino que ahora un pequeño equipo les manda datos, imágenes y voz por Internet. Así terminó la conveniente práctica de algún vivillo de cobrar los viáticos provistos por su medio y dejarse los estipendios que le pagaban algunos Estados anfitriones. Más de uno recordará con nostalgia el billete que les soltó Taiwán.

Quiero exponer a los costarricenses, que no seré yo quien sienta vergüenza por trabajar al lado del mejor mandatario que haya tenido este país en décadas. Fui elegida por mis atestados, experiencia y responsabilidad y por ello recibo una remuneración justa pagada por el BCIE (aunque a muchos colegas eso les enoje).

Finalmente, recordé el día en que una respetable periodista de televisión nos decía a sus pupilos, años atrás, que un periodista tiene un mar de conocimientos de un centímetro de profundidad. Suspiré y dije, -ya entendí, en esto del periodismo se vale chapotear. Bonito show, el de ser accesorio de la malicia de algunos informadores. Bonito show. A esos, les gusta pringar…

(Diario Extra)

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