Al analizar lo que sucede en el país, ciertamente encontramos un alto grado de violencia que se expresa en criminalidad, agresiones, abusos, maltrato, drogas, etc. Cada día somos testigos de cómo se ahondan los problemas sociales. Es un hecho que la desigualdad y la pobreza superan muchísimo las cifras reconocidas por el gobierno.
El mayor problema económico es que gastamos más de lo que ganamos: nuestro país compra en el exterior mucho más de lo que vende: el déficit aumenta y mientras la riqueza se concentra en pocas manos, el Gobierno está anémico. Hay desequilibrios por todas partes.
Además, nos hallamos ante una crisis política, y una pérdida de confianza de los ciudadanos. Se ha creado un extraño engendro institucional, que cambió el equilibrio de poderes: la extrema judicialización de la política ha cedido el poder a la Sala Institucional.
Existe otro problema de fondo: la crisis moral y emocional que subyace en el libre mercado. El costarricense se ha desmotivado, y muchos, prefieren huir hacia el televisor o la computadora para esquivar los problemas reales. Esto produce un estado de ánimo colectivo que genera condiciones para la quiebra de las bases morales que sostienen la sociedad solidaria.
Y todo está conectado, la corrupción, la criminalidad y las drogas están vinculadas a esta matriz de hundimiento emocional. Vivimos un estado de silenciosa desesperación, y nos vemos tentados a anestesiarlo con la realidad virtual que nos permite vivir la tecnología.
El mal se propaga como un cáncer, para llegar al nivel de delincuencia que tenemos, es necesario un alto grado de corrupción en la sociedad. No habrían ladrones que roben cable eléctrico, si no hay "honrados" que se lo compren. Hay una trama en la sociedad que conecta la corrupción con la delincuencia y la impunidad. Inclusive la policía y el poder judicial están siendo penetrados por el narcotráfico.
Esto no es fácil, y me parece una burla andar diciendo que los problemas los vamos a arreglar de arriba para abajo con medidas desde el Gobierno. ¿Cuál Gobierno? Si el que tenemos está paralítico y solamente les ha servido para sustentar negocios privados de grandes personajes políticos, y para legitimar los actos de corrupción.
Por todo lo anterior, considero que el primer paso que debemos dar es acometer el problema ético que vive esta sociedad y recuperar la ética del bien común, la ética de la vida. Iniciar una campaña para levantar el espíritu nacional, producir un despertar, salir del sonambulismo. A esto lo llamamos la Revolución de la Conciencia. Por ahí debe empezarse, con una cruzada, algo así como una catarsis, una limpieza espiritual, una campaña en todos los medios de comunicación, en las escuelas, los colegios, las universidades, las empresas, las iglesias, las organizaciones sociales, las comunidades, en todas partes.
Necesitamos rescatar los valores mínimos de la convivencia: respeto, diligencia, cooperación, mejoramiento constante, responsabilidad. El espíritu humano cambia con el arte, la música, el canto, la danza, el contacto con la naturaleza, con la oración, la meditación, y muchas maneras de producir más conciencia. Así, ponemos de pie a Costa Rica y entonces, y sólo entonces, podremos emprender el camino para resolver los problemas políticos, sociales y económicos. Todo lo demás es engaño. Es pintar las vigas para ocultar que están podridas.
Y el primer paso lo debemos dar ahora mismo. No huyamos de nosotros mismos, hacia el tele o la enajenación. Esto es tarea de todos. Lo primero es divulgar estas ideas, compartirlas y procurar que los electores no se dejen engañar por propaganda barata que sólo logra mantener las ideas y actitudes que perpetúan la agonía. Sólo hay soluciones de adentro para afuera, de abajo para arriba. La realidad es un reflejo de nuestros actos, sí, nuestros actos, los tuyos y los míos.
La realidad no es otra cosa que una cristalización de nuestros pensamientos, nuestras ideas, nuestras palabras, nuestras decisiones, es la evidencia de lo que hacemos. Si queremos cambiar la realidad, es preciso cambiar nuestras ideas, nuestra conciencia. Debe darse una nueva orientación social, un apoyo a un nuevo rumbo, un cambio, un despertar de la conciencia nacional, capaz de generar nuevas ideas sobre cómo ser más eficientes en lo económico y más justos en la distribución de los ingresos.