Liberación entró a la zona peligrosa
Retomo esta columna después de ausentarme del país y me encuentro con un escenario electoral distinto, siempre que las fotos mostradas esta semana por dos firmas encuestadoras retraten bien el panorama electoral. No sería la primera vez que el PLN se encuentra con una campaña aparentemente ganada y, de pronto, el camino se le pone cuesta arriba. En un proceso pasado el ingeniero Rolando Araya capitaneo las preferencias del electorado, hasta que los vaivenes de la política empezaron a elevar al Dr. Pacheco hasta hacerlo presidente. De forma paralela a esto, Ottón Solís se transformó en un “fenómeno político” que pocos oráculos habían pronosticado.
Don Oscar Arias era el candidato preferido meses antes de la elección que lo hizo presidente en 2006. Alzó su figura como un salvavidas para un PLN desgastado. Sin embargo, de nuevo los vaivenes de la política intervinieron y don Oscar y don Ottón llegaron casi igualados, en un triunfo que los hípicos dirían que “fue por nariz”. En síntesis, en las últimas elecciones la ciudadanía se ha puesto díscola y muchos ya no siguen esquemas tradicionales; además, han sido los candidatos del PLN los que han tenido que sufrir este síndrome del “ya llegamos”, sin haber llegado aún.
Alcanzar temprano el primer lugar en la carrera presidencial tiene ventajas, entre otras porque atrae a quienes gustan (o les conviene) jugar a ganadores, pero también tiene desafíos, entre ellos el enfrentar el ataque despiadado de aquellos que quieren avanzar o desbancar al afortunado. Por eso doña Laura, cada vez que aparece una encuesta que la favorece, se muestra cauta y pide que nadie descanse ni celebre… pero qué va, el síndrome del “ya llegamos” no es fácil de controlar.
Mucha gente deja de remar, ya que todo va tan bien que es mejor dejar que las brisas contagiosas del éxito lleven la balsa a puerto. Se genera un clima de satisfacción y autosuficiencia que lleva a cuidar demasiado al candidato(a), a no exponerlo a grandes riesgos, a dejar que los rezagados vean qué pueden hacer.
Por otra parte, ir fuertemente amarrado al gobierno, cuando este es bien percibido por la opinión pública, produce buenos réditos, pero también genera problemas. En época electoral la ciudadanía y los políticos se vuelven más irresponsables. Por prohibición electoral el gobierno no puede defenderse y el candidato(a) oficial debe pasar a la defensiva. Es aquí donde el candidato(a) debe hacer frente a la pregunta de rigor: ¿Y por qué no lo han hecho?
El estancamiento o declive en las preferencias públicas de una candidatura puede generar un clima interno de desconcierto, lo que puede llevarlos a tomar decisiones equivocadas. Hay varios ejemplos en las últimas campañas en este sentido. El electorado una vez más está apostando al candidato más que al partido, a la confianza que inspira, a la decisión con que va a enfrentar los grandes problemas. La ciudadanía apuesta, solo a partir de mayo sabremos si realmente ganó o no.